En el jardín de infantes sin conocer mucho sobre la fauna y la flora, su instinto femenino inclinaba su mirada hacia una hermosa Amapola Amarilla.
¿Qué veía ella en la flor?, ¿qué veía la flor en ella? Preguntas sin respuestas, respuestas sin preguntas.
“Yo vivo entre símbolos y letras. Vivo en la imaginación. A veces ausente, a veces presente. Siempre sedienta de amor. De encontrar el símbolo de ese sueño, todavía a estas alturas”, confiesa Roxana Cecilia Matienzo Carrión en una conversación de posibilidades.
Decidimos entonces explorar juntas su incógnita. Decifrar la Amapola Amarilla – el símbolo que aparece recurrente en su vida. En sus sueños, sus etapas y sus evoluciones que ya trascienden siete décadas.
La retrato en mi mente como si fuese la flor- y excavamos libremente su humanidad. Cómplices de un café, de las interrupciones de una tribu de tres y la alegría de compartir.
Roxana es un misterio atrevido, una sonrisa nostálgica, una aventura en tierra con alas. Una mujer que se camufla como personaje de sus propias novelas.
Es también hija, hermana mayor, salvadora de justicias quijotescas, abogada en su primera carrera, literata, madre, esposa. Sobreviviente de cáncer. Amiga fiel, Mujer fiesta, Genio valiente y paz Agitada.
Pero sobre todo es una mujer que se pierde y encuentra con frecuencia de turbinas.
Posee una mente privilegiada y barroca. Pero a su vez requiere flotar llanito. Ello porque su habilidad de construir personajes - de mitificarlos, de agigantarlos y desaparecerlos tanto en su vida real como ficticia es sorprendente. Asimismo tiene la habilidad de perderse en sus dualidades según las circunstancias de su época vivida.
Y, lo cierto es que Roxana en casi todas sus épocas -más que menos- ha sido una mujer versátil. Veloz de mente, acelerada en su palpitar.
Recuerda en primer grado a su gran maestra Maestra Beléndez quien aparte de asombrarse por sus observaciones inquisitivas, su don de escritura y fascinación por los libros – aseguraba tenerle colgado en su pupitre un letrero que leía: Aprende a Controlarte.
Ese letrero, dice entre risas, ha sido un recordatorio de su esencia. Porque ella vive entre la prisa y mundos diversos. Goza balancerase entre naturalezas humanas. La intrigan y las absorbe como de ellas.
Son precisamente esas frecuencias - altas, medianas y rápidas- sus mejores catalizadores. La lanzaron a publicar tres novelas sin temor: Borrachera de Amor -basada en la relación de sus padres. “Es mi novela mas íntima, publicada sin saber escribir, sin estructura, pero vital para evolucionar”.
Estudiosa y reconociendo su espacio de aprendizaje, Roxana decide tomar un taller de escritura con Mayra Santos Febres para posteriormente publicar Entretelas. En esa segunda novela, fluir entre la historia y la ficción fue un disfrute laborioso.
Investigar, Especular, Imaginar son verbos vivos en ella. Tan reciente como este verano luego de cinco años accionando sus verbos favoritos – Investigar, Especular, Imaginar - publica: A bordo del Normandie , novela que presentó en recientemente el Colegio de Abogados.
No he leído la misma. No soy critica literaria. Soy una pluma digital que escucha, observa, y deletrea en pinceles los cientos de matices de amarillos que colorean esta mujer luminosa.
Roxana Cecilia, melodiosa como su nombre, es una mujer-escritora. Una oración en construcción continua donde el orden, la sintaxis y la gramática no importan.
Importa, saciar el Amor. Sentirse como Amapola Amarilla y Quererse Sin control.