Si fuese flor - Maribel Belaval - sería Girasol. Porque sabe mecerse en los vientos invisibles de la naturaleza. Porque sabe profundizar en la flora humana, y conducirte hasta hacerte sentir sosegada.
Abanica siempre paz a quienes la rodean. Una paz por la cual trabajó y continúa trabajando. Primeramente para ella, pero sobre todo para continuar potenciando caminos como Entrenadora de Vida.
Si fuese un color, Maribel sería amarillo. Porque su optimismo brilla con la espiritualidad, y adquiere significado en la paleta de libros que lee, y sigue leyendo para entender la divinidad de nuestra sicología - los tres tiempos humanos, y las emociones que viajan en sus minuteros, en nuestros ríos de crecimiento.
Y, nadando su propio río se descubrió. Hubo corrientes cruzadas y hondo sufrimiento. Pero su tenacidad y deseos de fortalecerse fueron anclas. No dejó marchitarse. Aprendió que las marejadas son temporales; que los charcos se evaporan, y que solamente abandonándonos descubrimos que la vida florece.
Maribel cultivó entonces su semilla: dar amor a una hija. Quererla, hacerla suya y abrazar el agradecimiento en su núcleo familiar. En ese regalo de vida se planta su querer. Ver a su esposo ser tan buen padre con su hija como fue su padre con ella, sana en su andar un por qué, y contesta un para qué.
Desde entonces dedica su sabiduría a fortalecer la sicología humana. Es terapista del alma. En sus sesiones o talleres traza carriles de vida y los encarrila con su humanidad.
Vive conectada con su esencia. A sus siete y tantas décadas, disfruta ser un mantra de amor.
Hoy, tu luz Maribel - Gira el Sol.
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